Hoy podemos
agradecer que se presenten múltiples abordajes para trabajar con el autismo.
Desde juegos y momentos compartidos en casa inspirados en la comunicación y el
desarrollo hasta sesiones más tradicionales de terapias cognitivo conductuales,
de re-educación y una amplia gama de terapias sensoriales, asistidas con animales, habilidades sociales,
homeopatía y muchas más.
A su vez la
globalización de la información, el
acceso cada vez más sencillo a las redes sociales, grupos de padres,
organizaciones de profesionales, seguros de asistencia nacionales como el
certificado de discapacidad etc, ayudan mucho a poder pensar y elegir (dentro
de las posibilidades cada uno) que abordaje queremos y “creemos” será mejor para
nuestros niños y adultos desafiados por el autismo.
Hace quince
o dieciséis años atrás y seguramente veinte o treinta más aún, las opciones y la información sobre estos
síndromes era mucho más limitada, escasa y selectiva.
Sucede además
que los hijos no traen manual de instrucciones y mucho menos instrucciones
sobre autismo.
Entonces
comenzaba esa vorágine que claro aún hoy ocurre cuando una familia recibe el
diagnóstico de un niño con estas características. Recorrer consultorios,
médicos y especialistas con la ilusión de esa pastilla mágica que nos devuelva
o nos traiga a estas personitas a nuestro mundo…
Estudios
clínicos, neurológicos, psico-diagnósticos, perfiles sensoriales, y uno va
carpetita en mano de profesional en
consultorio y de especialista en especialista preguntándose muchas veces que
pensaran , que sentirán nuestros niños al ser observados por tanta gente …
Y una vez
que pasamos el shock inicial y nos decidimos a encarar un camino, comienza ese lleva y trae de aquí para
allá, esa vorágine de horarios y recursos al mejor estilo de una empresa de
logística! Nuestros niños no paran nunca…y nosotros tampoco!
Vamos
rotando profesionales, cambiando
instituciones, haciendo más consultas y ajustando nuestros horarios para brindarles
la mayor cantidad de opciones posibles.
Si algo
aprendimos en estos años es que:
1ro. Iñaki
tiene unas agallas y una resistencia a prueba de la Nasa.
2do. Nos
resultó más beneficioso muchas veces parar
un rato y pasar un momento de distensión compartiendo sus intereses o
simplemente estando ahí para él.
Esto lo
digo y lo escribo a partir de nuestra propia experiencia familiar. Después de
haber probado múltiples abordajes y recorridos varios, les puedo garantizar que
adentrarse en lo que muchos profesionales llaman abordajes o terapias
relacionales, vinculares no tiene desperdicio.
Personalmente
valoro mucho a quien más allá de los títulos, pueda tener una mirada de amor centrada
en las posibilidades y potencialidades, que nos hable y trabaje para ese
desarrollo en vez de estancarse en lo que falta. Hay muchos casos a historias
de recuperación, de verdad se puede salir adelante.
Por
supuesto que nada es al azar ni mágico, ni plug and play como los equipos de
audio. Es sumamente útil y necesaria la orientación de un profesional.
¿Pero se
imaginan poder elegir al menos de vez en cuando no correr a una terapia que
muchas veces nos insume más tiempo en viaje
que de tratamiento?
Por supuesto
que hay lugares y personas. Existen esas que hacen valer ese viaje y esos 45 minutos
llenando a nuestros niños de amor y
cosas buenas. Claro que vale, pero los invito a probar una pausa, pasar más
tiempo juntos, para que nuestros niños o adultos que transitan el autismo
también puedan frenar esa vorágine y mostrarnos en un espacio único cosas que
desconocemos para poder aprender a disfrutar de su compañía y de a poco ir
generando un vínculo esencial de comunicación que nos lleva a ese mundo
diferente en el que ellos encuentran su refugio.
Podemos
profundizar sobre estos temas más adelante pero humildemente quiero dejar esta
reflexión de “parar y mirar” a nuestros niños desde otro lugar.
También es
importante mencionar que existen varios grupos de profesionales, asociaciones
de padres y centros de capacitación que trabajan con estos abordajes de manera
exitosa ayudando a niños y familias de todas partes.
Con todo mi cariño, Fer